martes, 31 de octubre de 2023

HIJO DE EMPLEADA DOMÉSTICA. O ¿POR QUÉ NO PUEDO SER FEMINISTA?

 No recuerdo el momento en que nací, pero recuerdo con claridad mi infancia llena de mujeres que conviven a mi alrededor. Recuerdo como con mis primas jugábamos a la convivencia y a hacer pasteles de barro con formas de corazones. Recuerdo a mi madre reventándose los pulmones y poniendo caras amables cada vez que la hacían sentir inferior. Recuerdo a la abuela “tute” que nos recibió cuando mi mamá decidió romper lazos con la casa que nos acogía. Recuerdo con claridad la ternura de mi profesora de kínder y los ojos violentos de mi profesora de primero básico cada vez que tiraba de mis patillas porque no la obedecía ¿Qué autoridad tenía esa vil mujer sobre un niño que jugaba a destruirlo todo?.


Recuerdo con amor a las niñas que me enamoraban, recuerdo a la María Pía, a la Susana, a mi vecina más grande. Recuerdo a la multitud de feminidades que rondaban mi habitar infantil, recuerdo los acosos que vivieron mis primas en mi presencia y recuerdo mi impotencia por no entender al hombre que sin preguntar intentaba besarlas o que tras la sorpresa mostraba sus vergüenzas a vista y paciencia de todos.


Crecí entendiendo que todos y todas somos iguales en dignidad y que nadie tiene el derecho de ejercer violencia contra otro en tanto esa violencia no la ejerza otro primero contra uno. Pasaron los años y comencé a descubrir el mundo a través de los libros. Corrían los 90 y el librero de la feria de mi población me proveía de libros ajados y que guardaban secretos grandiosos para mí. Comencé a darme cuenta que mi madre era una desposeída, que su condición de inmigrante interna la hacía carecer de nuestras necesidades básicas. Comencé a reconocer en mi cuerpo las señales de molestia que sucedían cada vez que me sentía discriminado por mi condición de pobre, poblador e hijo de inmigrantes campesinos.


El feminismo llegó a mí a través de los libros y comencé a vociferar que me reconocía y me aceptaba feminista, por esos años cada vez que hablaba del tema las miradas de extrañeza me rodeaban. No podía dialogar sobre el tema porque no habitaba espacios donde el tema fuese recurrente, me rodeé de mujeres aniñadas que detenían peleas con su sola presencia, mujeres que toleraban las adicciones de sus maridos, mujeres que organizaban la resistencia económica y armada, mujeres que hacían de la fiesta el espacio donde soltar sus cuerpos y censuras. Mujeres ahuyentadas de sus hogares por su embarazo sorpresivo (como si solo ellas fuesen responsables de aquello), niñas que jugaban a descubrir su sexualidad con culpa y en las tinieblas.


Ese escenario me movía a pensar en la libertad de todos y todas y la teoría que me ayudaba a responder mis dudas siempre fueron libros encontrados en el puesto de la feria, libros que acarreaba para arriba y para abajo. Un día mi madre compró un box de libros de salud que según ella servirían no me acuerdo para qué. Entre ellos dos pequeños libros se titulaban “problemas de la mujer de la a la z” conócete tu misma, rezaba el subtítulo, curiosamente ninguna de las mujeres del hogar tomó los libros, pero yo sí. Comencé a conocer sobre la fisionomía femenina y sobre sus enfermedades. Supe más del cuerpo de la mujer que del mío. Lidia Falcon con su “razón feminista” me enseñaba sobre reproducción humana y sobre el derecho que tenía la mujer sobre ella, comenzó a crecer un respeto dentro de mí y un valor acerca de la naturaleza de los cuerpos.


Cuando me encontré con Nuria Varela y su “feminismo para principiantes” ella fue la primera que comenzó a hablarme sobre los hombres desde la perspectiva feminista, antes el tema siempre giraba en torno a visiones históricas y a preocupaciones del tipo corporal. Nuria comenzó a mostrarme que no todos los hombres eran violentos e insensibles. Me mostró que muchos de nosotros también somos víctimas del patriarcado pero que nunca nuestra molestia se equiparaba a los largos siglos de explotación femenina.


María Elena Valenzuela y Julieta Kirkwood me mostraron los lugares dispares desde donde las mujeres participaron o resistieron de la sangrienta dictadura militar chilena. Y más tarde la ex monja Riola Hernández nos contaba confidencias íntimas de mujeres chilenas.


Hasta ese momento creía ser feminista y lo enarbolaba como una de las tantas luchas a las que adscribía, hasta que llegó el momento de encontrarme con la juventud que comenzaba a levantar banderas en contra del acoso callejero, y me obligó a reconocer el error, plantarme a debatir sobre el tema. El resultado fue la violencia y apatía de una joven que no veía en mis palabras más que otro discurso patriarcal y dominante. Fue mi error no partir la conversación desde el silencio para escuchar lo que tenía esa mujer en sus entrañas y en su biografía, en vez de darle a la perorata intelectual que consistía en la misma crítica que yo le hacía hasta ese momento al feminismo, mantenerse en el ámbito de las ideas y no hacer parte a la población femenina en general desde sus propias vivencias y biografías.


A partir de ese momento aprendí que la mejor manera de apoyarlas era guardando silencio, dejando que reescribieran su propia historia de dolores y lucha constante invisibilizada. Aprendí la lección, pero mi curiosidad jamás ha cesado y las lecturas continuaron junto con la lucha constante. El librero de la feria se fue hace años y los recursos comienzan a permitirme mirar las vitrinas de las librerías.


Nunca dejé de interesarme por el tema a pesar de las molestias femeninas cada vez que abría la boca haciendo referencia a la cuestión. Y así fue como me encontré con Chimamanda Ngozi, Despentes, etc.


Todos deberíamos ser feministas me decía Ngozi, y yo me la creo. Pero cada vez que levantaba la bandera una señorita enfurecida me decía que yo estaba en un lugar que no me pertenecía, nuevamente la discriminación y la exclusión hacían carne en mi cuerpo, ahora no desde algún lugar de superioridad sino desde las multitudes por las cuales por mucho tiempo dije “ellas deben tener los mismos derechos que todos”. El silencio que alguna vez decidí estaba pasándome la cuenta tal y como hoy el encierro comienza a estorbarnos. Comencé a participar de círculos de masculinidades en donde nos cuestionamos nuestros privilegios no decididos, en donde buscamos formas de relacionarnos que no tengan que ver con la idea de que la mujer se ocupa de unas cosas y los hombres de otras y siempre parece no ser suficiente y está bien que así sea.


Recuerdo con claridad mi niñez al lado de mi madre, haciendo la cama, siendo cómplice de mis fechorías, recriminando mis errores y faltas que siempre terminaban con un abrazo y yo limpiándome las lágrimas en su ropa, el peinado que siempre terminaba con un poco de saliva en mi cara, ella diciéndome “te voy a enseñar a ser autosuficiente para que nunca dependas de nadie”. Recuerdo a mi madre sacándome de las comisarías y mirando con cara de asesina a los policías que me habían golpeado y vejado solo por protestar en contra de un sistema injusto que a ellas las encerraba en la casa tal y como hoy todos vivimos el día a día.


Recuerdo a todas las mujeres que me han rodeado, recuerdo los 8M pequeños y despoblados mientras me preguntaba por qué ellas no estaban aquí. Recuerdo las multitudinarias últimas marchas femeninas, sus cantos y bailes, la rabia en sus ojos y no dejé de preguntarme compañeras ¿Por qué no puedo ser feminista?.


Y esa pregunta comenzó a hacer merma en mi interior ¿por qué no podía habitar los espacios en los que por lo menos había ayudado a que no se perdieran en el olvido de la resaca concertacionista? Y fue ese silencio que me permití en un momento, el que me ayudó a comprender que los espacios de reflexión feminista son propios de ellas y nada tiene que hacer el opresor en esos espacios. Sin yo sentirme así claro, comencé a tener conciencia que no por apoyar la causa, era de buenas a primeras uno más en su lucha, una lucha en ciertos aspectos inentendible para un hombre. Pero si Audre Lords era capaz de cuestionar a Mary Daly por la no incorporación de las mujeres negras/lesbianas/radicales en la reflexión feminista blanca ¿Por qué yo no podía cuestionarme esto?


No quise incomodar con la pregunta y solo la he transformado en reflexión constante y en ese andar y con ayuda de las feministas en términos prácticos y teóricos, es que comienzo a encontrarme con los estudios de masculinidades diversas. Comienzo a comprender que quizás yo no podía ser feminista y que esa posibilidad para mí estaba negada en cuanto yo pertenecía al sector que oprime a las mujeres y por muy amigable que se vea el enemigo, nunca deja de ser el enemigo. Desde aquí comencé mis lecturas acerca de las masculinidades y lo que descubrí es que si bien no puedo comprender a cabalidad la dominación del hombre sobre la mujer, si puedo comprender la incomodidad que he vivido toda la vida, las miradas extrañadas por no ser competitivo, no gustar de los juegos bruscos, por no cumplir con los cánones solicitados a eso que denominan hombre o masculinidad. Me descubrí como un ser profundamente anti patriarcal y sobre todo descubrí un lugar en donde mis ímpetus de liberación femenina se veían satisfechos a partir de la propia reflexión de nuestro ser masculino, de los cánones y obligaciones impuestas. Y es curioso porque al escribir y tratar de encontrar alguna referencia me doy cuenta que las he olvidado todas, que quizás nuestro deber está en indagar en esta área y masificar su lectura y diálogo. Ya los círculos de masculinidades me han mostrado lo dañados que algunos estamos producto de la estupidez patriarcal. 


Pero como he mencionado con anterioridad, en un momento me producía cierta distancia darme cuenta que el feminismo que encontraba, solo estaba en los libros y que mis vecinas y mi madre no leían ¿Cómo sabrían ellas el avance de todo esto? Efectivamente, no lo sabían. Y por lo menos en el contexto en el que habito eran muy pocas quienes podían acercarse a estas reflexiones sin sentirse ajenas o extrañas, raras dicen algunas.


Más que hacer análisis y cosas por el estilo, lo mío es contarte una historia y siempre he creído que el relato de nuestras experiencias es lo que enriquece nuestras vidas. Quitarle el velo académico a nuestros pensamientos y dejarlos volar para que vayan junto a otros/otras/otres/otroas. Y así es que llego a textos vivos, rabiosos, propios de quien ya viejo comienza a darse cuenta de el camino incómodo que el patriarcado nos ha entregado a muchos. Leo “Esta puente, mi espalda” y me cuesta darme cuenta de lo que tengo enfrente, mi cabeza academicista aún no se deconstruye por completo. Necesito un texto esquemático y temático o mi cerebro comienza a llorar su frágil masculinidad. Lo leí, lo miré, lo repasé, lo dejé en paz, caminé como perro encerrado intentando encontrar el contenido para estas letras. Y fue tan mágico cuando me di cuenta que este relato da cuenta de una forma que no cita como se debe, que no estructura como la academia lo exige, pero que pretende decir y compartir esta incomodidad de ser hombre en un contexto altamente patriarcal con características entre patrón de fundo y general del ejército prusiano.


No pretendo defender una tesis ni mucho menos. No quiero ensayar formas de reflexión ni estilos de escritura. Solo quería dejar testamento de que soy hijo de una mujer pobre, inmigrante interna y campesina. Que fue discriminada por esta condición y que su hijo, ese que con valentía tuvo en su juventud, también sufrió discriminaciones: por ser pobre, por no tener un hogar, por ser hijo de empleada, por ser hijo de campesinos, por ser guacho en su momento. Todas las discriminaciones no solo afectan al ser humano que las sufre, porque con ese sufrimiento, sufre todo el amor que circunda a estas pobrezas que avanzan en silencio buscando un espacio en el mundo o una silla en la mesa de los comunes. Y sea quizás por eso, porque junto a mi madre conocí desde muy niño eso que llaman discriminación, sea quizás que he solidarizado desde siempre con la lucha feminista y creo firmemente que la posibilidad de transformar nuestras masculinidades está en reencontrarnos como géneros de manera fraternal, respetuosa y dialogante. Posibilidades que nunca entregará quien no se juega el pellejo abriendo caminos para que las cosas no sigan siendo como lo son hasta el día de hoy.


domingo, 10 de mayo de 2020

Amapolas de medianoche


Quizás
 Solos estemos mejor
Quizás
 La pelea por la vida era mentira
Quizás
El espíritu de ser un vagabundo estaba en lo correcto
Abandonarlo todo
Vivir como se pueda
Nunca como se quiera
Eso no se puede
Vivir
Como se pueda
Como te dejen
Como lo logres
Como lo alcances
Ese pequeño pedazo de sueño
Que se te arranca de las manos
Siempre
Quizás sea la noche
Oscura
Absurda
Llena de perros
Llena de autos
Llena de fumadores de pasta base
Llena de cafiches de prostitutas
Lleno de basura
Lleno, lleno, lleno
Tan lleno de población
Quizás
 Haya que huir
Quizás
Haya que quedarse
Quizás
 Haya que luchar
Quizás no
¿Qué haremos?
Después, en el trasnoche
Lujurioso
Solo
Memorial
Emotivo
Enloquecido
Pero amado
¿Qué haremos?
Cuando nos demos cuenta
Que cuando amanece
Seguimos siendo los mismos de siempre
Salimos a trabajar a la hora correcta
Volvemos del trabajo a la hora que nos liberan
Comemos lo que podemos y cuando podemos
Batallamos
Todos los días
Con el próximo día
¿Cómo romper esa rutina de miseria?
¿Cómo
Disminuir
El amor que le tiene el proletariado al patrón?
¿En qué momento se distorsiono eso?
¿En qué momento perdimos la palabra pueblo?
Ya no somos los mismos
Estamos
Al borde de la muerte
Todos, escondidos
Ratas les llamábamos nosotros cuando jóvenes
Todos escondidos
Asustados
Enmudecidos
Por un virus
Hermoso gesto de la naturaleza
Tal violencia
De algo tan pequeño
Me pregunto:
¿Cambiaremos?
¿Veremos una sociedad distinta después de esto?
¿Me saludarás
Cuando nos veamos en la calle?
¿Te abrazaré?
Porque te quiero
Porque eres mi compa
Porque si
¿Qué haremos?
¿Seguiremos hipnotizados
Con el éxito, el dinero, las luces
El show bussines
La poesía
De alta
No sé qué?
¿Dónde están esos poetas?
¿Por qué no están en la población?
¿Qué es poesía para ellos?
Un horror
Un horror la comodidad
(Desvaríos
De un
Resentidosocial
En la población)
Amapolas de medianoche
¿Qué haremos?
¿Dónde iremos?
¿Quiénes seremos?
¿Cómo nos or-ga-ni-za-remos?
Después del terror
Dicen
Que viene una sonrisa
Yo me pregunto
¿Qué hay
Entre el terror y la sonrisa?
De media noche, amapolas
A veces
He pensado en el
Suicidio
Pensaba en colgarme en una cuerda
Con una cuerda
De un
Algo…
No sé de qué colgarme, yo creo que por eso no lo he hecho
De un copihue
De tu frágil amor
De tu lágrima compartida
Solo pienso en el suicidio
No tengo huevos
Ni creo que sea mejor
Después de esto
Amapolas de medianoche.

domingo, 12 de noviembre de 2017

tabaco 2.0

El día que apareció muerto Mateo, recuerdo  que era un día de frío. Nosotros íbamos a trabajar a la feria por la mañana, a la hora de los borrachos y los muertos y ahí estaba, como durmiendo una resaca marchita. Luego nos enteramos. Fue triste saber que nunca más lo veríamos pasar. Era bueno el finao, dicen los que dicen conocerlo. Nadie se cree entre sí, yo creo que nadie lo conocía. Yo solo lo veía pasar junto a  su humo, ese humo de siempre.

Le inventamos un nombre, Mateo, porque se lo pasaba leyendo y nunca lo escuchamos hablar, solo fumaba.

Al llegar a la calle donde infinitamente damos rienda suelta a nuestro campamento gitano de fierros y palos, decían que había muerto, que no lo veríamos más pasar por los pasillos de la feria, exhalando una cortina de humo inmortal. Unos dicen que murió de pena, otros dicen que murió de frío, de hambre, que lo mataron. Eso dicen.

Era curioso verlo caminar, fumando y con un aura de soledad, como de risa reprimida. Había tristeza decían. A veces pasaba por mi lado  y nos alzábamos la cabeza en señal de saludo, nada más. Siempre me causó sorpresa que para las celebraciones nunca estuviera. Desaparecía y nadie sabía nada de él, luego volvía y todo tan igual como antes. Él caminaba, fumando y así pasaba, todo el día. Eso dicen.

Era bueno para el tabaco Mateo, el matiu. A veces tosía con tal calidad que producía la envidia de quienes lo miraban. Caminaba delgado por los callejones y cuadras. Bajo su chaquetón negro nadie había osado sentir curiosidad, a nadie le importaba. De vez en cuando era común encontrarlo conversando por los pasajes con gente que nadie conocía, quizás eran proyecciones de su imaginación, no lo sé. Nadie sabía nada de él, solo se decía que vivía desde hace mucho en la población. Que llegó cuando todo esto era una campiña productora de vino, dicen que estuvo en la toma.


sábado, 5 de agosto de 2017

FOTOREPORTAJE



Trabajo realizado por: Daniel Maureira

                                                         EL PATRAÑAS.
Hablar de Miguel Herrera Castillo, es hablar del escritor, del filósofo, del educador popular, del "casero de la feria", del padre, del amigo, en resumen, es hablar de "El Patrañas". Titulado como profesor de filosofía en la Universidad Católica Raúl Silva Henríquez , el destino le tenía preparado un camino muy diferente al que él pensaba, el camino de educar he informar a los que muchas veces no tienen la oportunidad de hacerlo.
Aun no cantan los pajaritos, y ya comienza la rutina de todos los domingos, un par de minutos para que la camioneta entre en calor y emprender el viaje hacia la Villa O'Higgins, el lugar de la feria. La mañana no es tan fría como la de otros días, buen momento para armar el puesto, fierro por fierro, caja por caja, el lugar de trabajo empieza a tomar forma. Un café caliente, dos huevos fritos y la marraqueta crujiente, son el golpe de energía para afrontar el día .
Poco a poco la calle empieza a tomar color, el olor a frutas y verduras comienza a impregnar el ambiente, la feria ya está constituida, es el momento preciso para que Miguel ponga manos a la obra y comience con la labor que se propuso este día, repartir los volantes informativos sobre el próximo curso que impartirá, educar a sus colegas férianos sobre como el contexto nacional afecta a las ferias libres, potenciándolas o matándolas.
Al parecer la tarde es buena, se ve mucho movimiento, no hay tiempo para almorzar,  comienza aparecer la fiel clientela, la misma de cada fin de semana, esa que nunca falla. Un kilo de esto, un kilo de esto otro, una que otra copucha de la infaltable vecina que todo lo sabe y lo que no, lo inventa, un nudo bien firme a las bolsas y como agradecimiento, de regalo un sticker con la consigna  "prefiera ferias libres".
La jornada llego a su fin, comienza la tediosa tarea del desarme, tarea que se vuelve más amena, riendo y compartiendo una rica Pilsen con sus compañeros feriantes, momento en que "el profe" aprovecha de instruirlos sobre sus derechos como trabajador.

La vuelta a casa es rápida, fue un día ajetreado, pero no hay tiempo para el descanso, es hora de preparar la clase de mañana, clases de filosofía que imparte en la Escuela pública comunitaria Barrio-Franklin. Con cariño revisa su biblioteca, han sido muchos años de lectura, de esa rica costumbre de querer adquirir más conocimientos y con orgullo me enseña su creación, "La Niebla", libro de poesía creado a base de la autogestión.





















lunes, 28 de julio de 2014

V/S

Viernes

Antes de salir del bar donde viéramos un aburrido partido de la selección chilena camino al mundial de la discordia garota o como gritan las paredes y pancartas de los indignados brazucas “nao vai ter copa”, un grandulon me queda mirando a la salida del baño y me dice -¿querí un saquecito?. – igual poh, le contesto. Pero cerremos la puerta, porque esta lleno de pacos sapiando. Al salir, la cuenta estaba pagada, el partido finalizado y ya esperábamos el colectivo que nos llevaría hasta la salida de la biblioteca nacional, en el centro de Santiago.

Llegamos a eso de las doce de la noche y el punto de encuentro es en el barrio brasil, mas precisamente en una de las salidas del metro republica. Mi acompañante se saluda cariñosamente con él, yo solo un apretón de manos de cortesía. Comenzamos a caminar y nuestro anónimo acompañante nos pregunta ¿Qué quieren hacer? Le respondemos de forma taxativa: tomar, comer y conversar. Nos metemos por las calles del barrio Brasil hasta que damos con un callejón de tierra donde se encuentran algunos bares y un restaurante chino. Para nosotros un bar con mesas en la calle es suficiente, cerveza, cigarros …

Guillermo Ossandón fue uno de los fundadores del grupo subversivo Mapu-Lautaro, esto a partir del año 1982 que fue cuando se separa del MAPU junto a otros compañeros. Hasta ese momento compartió militancia con Enrique Correa, Carlos Montes, Jaime Estévez, Tomas Moulian, entre otros humildes representantes de la clase política pasada y actual.

El hijo de Guillermo se parece mucho a él, su cara es menuda y sus lentes hacen ver a su padre ya cuando pasaba los años del indulto. Su cuerpo es delgado y usa ropa ancha. Nos cuenta que esta estudiando en un liceo emblemático haciendo dos por uno en horario nocturno. De sopetón y sin decir agua va, constantemente da rienda suelta a su perorata de movilización estudiantil, toma de liceos, marchas, petitorios, organización y bla bla bla bla bla. Lo interrumpimos solo para llenar los vasos con cerveza o para decirle que lo que nos dice es solo un mono inventado por su psiquis revolucionebria, que nada de lo que nos cuenta va a pasar, que no debe esperar nada de nadie, que nosotros venimos viendo el mismo circo hace años y nada a cambiado y bla bla bla bla bla bla.

El hijo de Ossandon nos dice – pero déjenme hablar. Y la verdad es que no se calla nunca y rebobina el cassette cada vez que el discurso se le termina. Y arma y desarma rebeliones como si su padre siguiera vivo, como si la rebeldía subversiva siguiera viva. Ya vamos como por la cuarta o quinta corrida de cervezas y nuestra conversación se desarrolla a gritos, un mesero se acerca y nos pide que bajemos el volumen de la conversación, las mesas de los lados nos miran como tratando de incorporarse al dialogo o tratando con sus miradas biónicas de quemar nuestras cuerdas vocales. En el Chile de hoy la política de bar se hace calladito.

Ya no nos quieren vender mas cerveza, nos terminamos lo que queda, nos convencemos que esto no va para ninguna parte, por lo menos para los lugares a los que a nosotros nos gustaría que fuera. Nos ponemos de pie, ya lo suficientemente borrachos para saber que nada de lo que hemos dialogado nos distancia tanto como para tomar un arma y comenzar a disparar a nuestros supuestos enemigos. Caminamos hasta la alameda donde nos despedimos de forma muy amistosa y cordial, yo por lo menos sé que lo más probable es que no nos volvamos a ver nunca más en la vida.

Sábado

Nos rodean, comienzan a darnos golpes en la cara, en la nuca, en los oídos. Empujones en la espalda, apretones en los brazos. Las patadas en las piernas, las pisadas de bototos en los dedos de los pies, los puntapiés en los tobillos. Los lentes vuelan frente a mí,  mientras la jauría me grita a los oídos mensajes que no comprendo, garabatos que me son tan familiares y voces femeninas. Voces femeninas que me llaman profundamente la atención.

Ya nos habíamos distanciado de nuestro amigo hijo de subversivo. El dialogo nos llevaba a pensar que todo su discurso respondía al peso de su pasado trágico de cárcel, muerte y derrota. Al par de cuadras ya se nos había olvidado todo y comenzábamos a pensar en como y donde seguir apaciguando la sed que nos inundaba. Levantamos la mano y tomamos un taxi, le damos la dirección y nos lleva.

Conversación de taxista de trasnoche: si poh chiquillos una vez en esta esquina se me subieron dos minas exquisitas, yo les paré y cuando les pregunto ¿A dónde van? No me va a creer mi amigo, eran mas roncas que Ud. con esa voz de cigarrillo a medio apagar. Las risotadas nos invaden, comenzamos a dudar de cada mujer que asoma por las esquinas. Segunda intervención del taxista: aquí poh cabros se me subieron dos compadres, piolita los cabros, wena pinta, no tenían nah care patos malos. En un momento me piden que los deje en esta esquina, si, si, justo aquí (para en una esquina y comienza a hacer ademanes para mostrarnos lo sucedido) y el que viene aquí al lado mío me saca una pistola y me la pone en la frente. ¿Qué le iba a hacer yo? Tuve que dejar que se llevaran toda la platita que había hecho esa noche. Asentimos con la cabeza, soltamos chistes para distender la tragedia que nos cuenta y llegamos a nuestra trinchera temporal.

Cuando veo que mis lentes vuelan directo hacia el suelo y en clara disposición a ser pisoteados por la salvajada policial, me detengo. Hecho el cuerpo hacia atrás y trato de reincorporarme de los golpes recibidos en mi cabeza y oídos. Comienzo a increpar a un policía que viene frente a mí caminando hacia atrás y mirando toda la situación, casi como un director de orquesta. – mis lentes weon, no veo nada. Les grito. Devuélveme mis lentes, continuo. Para evitar el avance de la jauría hecho mi cuerpo hacia atrás y trato de detener a la masa, en ese momento miro hacia atrás y mi compañero choca conmigo. Veo como con la cabeza agachada resiste los golpes y empujones, recién ahí me di cuenta de la cantidad de policías que nos estaban golpeando. Un nuevo golpe en la cabeza me trae de nuevo al martirio, el policía que viene mirando todo me muestra mis lentes en sus manos y me dice que avance. Entrégame mis lentes, le digo. Un seco no, me hace avanzar en busca de mi tesoro de policarbonato.

Llegamos a nuestra cloaca y entre ropas repartidas por el suelo, una cama entre desecha y muerta, platos llenos de sobrantes de comida y de cenizas petrificadas nos acomodamos. Una botella de tequila nos ampara, un vidrio con cuatro líneas blancas, todas muy similares, son la invitación a seguir conversando. Entre dialogo y desvarío tomamos la decisión de esperar el amanecer e irnos al puerto de Valparaíso, allá quizás las cosas se den de mejor manera. Bebemos, abren el supermercado más cercano y compramos unas cervezas. Al finalizarlas ya estábamos camino al terminal de buses, compramos boletos, nos alimentamos con comida rápida a la chilena, a saber sopaipillas, completos, papas fritas, etc.

No supe del viaje porque había que cuidar las energías y el sueño merecía. Cuando llegamos al rodoviario porteño un grito de ¡llegamos! nos hace saltar de impresión y nos bajamos. Caminamos, nos detenemos en una plaza por un trago de café, miramos a las familias disfrutar del sueño de la felicidad, el aire puro comienza a producirme nauseas, necesito un bar. Llegamos a una esquina cualquiera, atravesamos las puertas de un pequeño garito y nos sentamos, cervezas, papas fritas, personas sobre todo adultas apoyadas en la barra bebiendo, un par de señoras toman el té en una mesa contigua a la nuestra, una pareja de ancianos enamorados se hace cariño mientras miran televisión, en una esquina un grupo canta canciones que desconozco, discursean y se ríen. De pronto, comienzan a cantar el himno nacional, saludan con el pecho inflado a su General Pinochet, la locataria les pide cortésmente que no canten porque ese lugar no es para eso. Un hombre canoso los mira desde la barra y se acerca a conversar algo con ellos. Nosotros conversamos de la historia patria, de la psicología del chileno, de lo feo que es el puerto, de qué hace un grupo de Tinku en una plaza de un puerto centrino. Nos hartamos del lugar y volvemos a la calle.

Al terminar el túnel oscuro de golpes y agravios verbales, una pseudo oficina nos esperaba, al parecer eran los estacionamientos de la comisaría. Una patrulla estacionada en el lugar, en sus puertas decía: 2ª comisaría de Valparaíso, pensé que estábamos ahí, luego lo dudé. Me revisan de pies a cabeza, me piden mi carnet, una lágrima ahogada en el fondo de mis ojos me hace sentir la impotencia de la sin-razón. Me pregunto en silencio una y otra vez ¿porqué nos pegaron de esa forma? Repaso lo sucedido en mi cabeza y no logro entender donde estuvo la provocación, el riesgo a su integridad o la peligrosidad de nuestro actuar. Las paredes de frío concreto eran iluminadas por ampolletas amarillas de gran luminosidad. La jauría de policías enfervorizados va y viene hasta que en un momento desaparecen, una mujer de trenza muy larga me llama la atención por su intransigencia en los gritos. Con un porte como el de ella no es necesario gritar, pienso. De pronto todo se torna silencio, todos los detenidos son sacados del lugar menos yo. Me llaman, preguntan mi nombre y dirección, llenan un papel que me entregan junto con mi carnet, nadie me mira a los ojos, nadie me habla de frente, nadie me explica nada. Solo escucho un seco RETIRESE. Me acompañan hasta la puerta, vuelvo a pasar por el lugar de la golpiza y todo tan normal como siempre, ya no hay policías enfervorizados ni carne de cañón que maltratar. El lugar es el fiel reflejo de su slogan “orden y patria”

Al salir del bar en que nos encontrábamos, nos encaminamos hacia la calle Cumming donde alguna vez escuché que pasaban cosas, conversamos y dimos vueltas de vagabundo, compramos unos cigarrillos y cerveza. Mi compañero se sienta en una cuneta mientras yo trato de dialogar con un par de hippies guitarrientos que comparten sus creaciones.

De pronto escuchamos un sonido de guitarra electroacústica que atraviesa el viento, abandono lo que estoy haciendo para ir a curiosear. Al final de la calle, en una pequeña plazoleta nos encontramos con Johnny Blues tratando de organizar sus primeros acordes y su cuerpo recogido, sentado, atrincherado tras ese amplificador, la armónica cantándonos y la dicha suprema de beber cerveza en las calles y escuchar la música de los negros algodoneros.

Le prendí un cigarro en su boca. – Gracias hermano.- me dijo.
Gracias a ti johnny retruqué, acordándome de sus discos, del documental hecho por el Pogo de los peores de Chile, de la primera vez que lo vi en el paseo Huérfanos del centro de Santiago, de cuanto temo en quedar ciego.

Mientras sonaba un blues cualquiera, en el momento en que bajo la vista para encender un cigarrillo, cuando la noche comenzaba a abrazarnos y johnny nos ponía en sintonía, de un vehiculo verde, grande, pero desconocido para mí, comienzan a descender elementos de fuerzas especiales de la policía Chilena, se dirigen a nuestra presencia, nos piden que nos pongamos de pie y del brazo nos suben al vehiculo. Ahí fue cuando comenzaron los gritos, cuando el silencio se apodero de mi mente, cuando deje que sucediera lo que fuera. Cinco detenidos en ese vehiculo llegaron a la 2ª comisaría de Valparaíso aproximadamente a las once de la noche del sábado 31 del mes del mar.

Según un estudio desarrollado por la Universidad Diego Portales y el Instituto de Derechos Humanos acerca de las denuncias sobre violencia policial (violencia innecesaria, detenciones ilegales y delitos asociados) muestra que a partir de la llegada de la democracia en Chile este tipo de denuncias han ido en aumento, esto demostrado en el aumento de registros entregados por la Brigada de Investigaciones de delitos contra los Derechos Humanos de la PDI y el aumento de causas por parte de la Fiscalía Militar y la Corte Marcial.

Por lo menos nosotros, no denunciamos.

Una ves en la calle necesitábamos entender lo que nos había sucedido, saber donde estábamos y hacia donde iríamos. Después de patear un par de señaléticas y de escupir un racimo de garabatos al viento contra la honorable fuerza publica, superamos el hecho y nos encaminamos hacia donde nos habían tomado detenidos. Johnny ya no estaba y la noche se había inundado de gente que repletaba los bares y locales de diversión. Nada mas nos quedaba que seguir la corriente del río, seguir el rumbo de nuestra motivación y embriagarnos con el licor que el puerto nos brindaba. Cerveza, tequila, música, vasos al suelo, cigarrillos en las veredas, ojos a medio abrir, borrachera que comenzaba a enrarecer nuestras palabras, cansancio.

Ya pasada la noche, esperamos afuera del rodoviario porteño, la reja se abre y compramos pasajes de vuelta, subimos al bus y sin saber nada mas abrimos los ojos de un sobresalto una ves de vuelta en Santiago.




lunes, 23 de diciembre de 2013



Parafraseándote Víctor

A las madres y niños de la Escuela Comunitaria Republica Dominicana.

I

¿Quién puede callar la voz de un niño
Jugando en su escuela? ¿Quien?
¿Quién puede detener la lucha
De una madre por la educación de sus hijos? ¿Quién?
¿Quién abrió la caja de Pandora
De la ignominia? ¿Quién?
¿Quién dijo que la luz de los privilegiados
Brilla más que la de los desposeídos? ¿Quién?
¿Quién trunca su camino
Con la piedra de la discordia? ¿Quién?
¿Quién se responsabiliza por las lágrimas de los niños
Al ver su colegio nuevamente destruido? ¿Quién?
¿Quién corto las cuerdas de tu guitarra
Víctor? ¿Quién?


ll

No recuerdo que desde el cielo
haya bajado una educación digna
ni que el poder haya dejado de mandar
ni que los pobres hayan tenido
un poco de paz.

no recuerdo en que momento
el “nosotros” paso a ser el “yo”
ni cuando mis ojos
dejaron de verse en los tuyos
ni cuando los hermanos dejaron de jugar
para comenzar a pelear.

No recuerdo cuando tus palabras
Comenzaron a valer más que las nuestras
Ni cuando te uniste
A la tropelía policial
Ni cuando nuestra virtud
Para ti se convirtió en defecto.

¿Quién corto las cuerdas de tu guitarra
Víctor? ¿Quién?

iii

Nuestra lucha es por el derecho
A gobernar y gobernarnos
Y la discordia y la falta de respeto
Solo pone cárceles y tumbas
Y me tomo de tus palabras hermano Marcos
Para decir que los seguimos queriendo y respetando
Tanto como antes de que nos negaran
Y su error hoy día es mi llanto
Y les decimos que moriremos
Puño en alto
Porque lloramos para limpiar
Nuestros ojos
Porque sabemos que el camino es largo
Y que con el corazón apretado en el puño
Esperamos el momento
Para volver a hermanarnos.

¿Quién corto las cuerdas de tu guitarra
Víctor? ¿Quién?




Miguel Herrera C
Dic/2013
Feria libre Villa Ohiggins.

martes, 2 de julio de 2013

Aullido.


Lo bueno de no saber olvidar, es que te puedo querer para siempre, incluido las heridas que me regalaste. Antes de empezar a odiarme, quiéreme cuanto te sea posible, porque mis sueños tienen alas y yo voy tras ellos. Suspira, bota todo el aire que llevas en los pulmones , para que cuando te bese mis sueños se vayan contigo y con ellos mi persona. Te regalo mis sueños que a mi me sobran, mira que despierto y aun sigo durmiendo. Déjame vivir mi locura tranquilo, el loco de la esquina conversa conmigo mientras deshoja una marraqueta en infinitas migas que comen las palomas mientras agujerean la punta de mis zapatillas roñosas. Me doy media vuelta y lloro, hecho mis lágrimas en un vaso de cerveza negra, revuelvo con el dedo mientras aparece el rostro del amor en su superficie. Lo bebo y me abandono a mi locura sin pastillas. Me da pena saber que puedo llegar a ser feliz. Saber sin restricción de dolor que por dentro estas desahuciado. Beso el pasado sin triunfos y tan lleno de derrotas, mientras te quiero tanto como nunca he podido volver a hacerlo, mientras te veo pasar amarrada de otros. A veces me pierdo entre las páginas del diario, a veces entre los diarios, a veces entre los canales de televisión. Pero lo mejor viene cuando le prendo fuego a los diarios, cuando apago la televisión, cuando reina el silencio, cuando los perros juegan y los pájaros cantan y el gato me mira preguntando ¿Qué te pasa? –nada, le contesto y acaricio su cabeza ronroneante mientras enciendo un cigarrillo desde el fuego de los diarios y me siento en el patio del hogar de mis padres y repaso las desgracias que me han hecho disfrutar la vida y te recuerdo y te huelo y te siento y el viento me trae tus besos, acaricia mi cuerpo desnudo y te recuerdo y te pienso y te siento. Para ser sincero, y en honor a la verdad, todo es mentira. Y más aun todo es un poquitito, un breve alivio de polvo blanco envuelto en locura, en frenesí de saber que la verdad todo es mentira y todo es solo un poquitito. A veces los días feriados que para mi son hábiles, no me levanto, me abandono a lo que llaman irresponsabilidad, y lo disfruto tanto, me siento a mirar pasar la vida a olvidar todo lo repasado por días a creerme dios de un pequeño reino que no va mas allá de mi piel y me siento tan contento de no ayudar a que el mundo siga girando. Me detengo por días, no contesto el teléfono, no miro ningún tipo de pantalla ni hoja impresa. Cuando me buscan me escondo tras las cortinas y no me importa si es una tragedia o una alegría, no me importa nada. Quizás, si aparece con un cigarrillo de verde humo pueda que le abra la puerta, que lo salude o quizás intercambie un par de palabras y de fumadas, luego se van. Y si amarte nace de mi, este es quien realmente soy, un irresponsable gandul que disfruta destruyendo la maquina vital del respiro. Un flojo, sucio y desprolijo que no quiso ser nunca como le dijeron que fuera. Un mártir de la sangre ajena y un pretexto para que el papi y la mami le digan a su hijo “no seas como él.” Amo tanto esta verdad incomoda, que de este amor nace cualquier otro amor. Este soy y cada día me pongo peor, y guardo el silencio como si fuera el boleto ganador de la lotería. Miro, huelo, oigo, siento, pienso, y tengo plena conciencia que nada de esto llena mi plato de comida a la hora de almuerzo y no me importa. Mañana amanecerá de nuevo y la feria con su griterío me dará la bienvenida, llenará mi espíritu de sueños y mi abdomen de comida.


Miguel  Herrera

lunes, 31 de diciembre de 2012

Un cuento de fin de año.


Había desaparecido hace un par de meses y a esas alturas la preocupación se había transformado en molestia y enojo. Cada noticia que de ella tenían hacia eco de los vicios y la vida licenciosa por la que había optado. Su familia ya no la extrañaba y sus mascotas ya no lloraban, cuando la veían acercarse los perros le ladraban como a un extraño mas.
Cuando llegaron las fiestas de fin de año, ella decidió pasar la navidad con su familia, pero todo había cambiado. Su pareja ya no lo era y sus hijos si la saludaron fue por cortesía y por el cariño que aun guardaban por la madre que a ellos había criado, no por la mujer que veían cruzar la puerta aquella tarde.
La mesa de navidad estuvo vacía esa noche de recogimiento cristiano y la fiesta del consumo no alcanzo esa noche para aquella familia. Cuando despertaron, ella ya no estaba y las comidas que había preparado esperaban frías en las ollas que descansaban sobre la cocina. Nadie supo como quedó esa comida, el calor de la noche hizo del alimento una masa pestilente llena de moscas.
Al no encontrarla en el hogar nadie sospecho nada ni se preguntaron donde podía encontrarse. La vida continuo para todos tal y como venia sucediendo desde hace un tiempo.
Para las fiestas de año nuevo la ceremonia de los abrazos termino un abrazo antes, las penas se transformaron en delirio gracias a las ofrendas alcohólicas de los amigos y comensales que acompañaron esa noche.
Cuando todo pasó y la fiesta se convirtió en resaca y deshidratación, a los días siguientes, la vida continuo su curso natural. El trabajo y las preocupaciones no cambiaron y las alegrías se agotaban rápido y sin pausa.
El tres de enero del bienvenido año la crónica roja daba cuenta de un asesinato y violación ocurrido en una plaza de barrio. La victima no portaba documentación que acreditara su identidad y su rostro había desaparecido luego de la incansable agresividad de sus violadores. Las señas daban cuenta de una mujer de edad media, que vivía en la calle y de la cual pocos sabían su procedencia.
Nunca mas la vieron, nadie supo nunca más de su destino. Tampoco se preguntaron por su paradero ni por su futuro. Todo continuo igual y en su recuerdo solo quedaba aquella mujer que desconocieron el día en que ella los abandono.

viernes, 10 de junio de 2011

Santiago (O porque no te llame antes, santiasko)

Y sea quizás que aun me gustas. Aunque suene un tanto homosexual decir que gusto de algo de género masculino. Pero te tengo mala ciudad maldita. Y es que molesta tu necesidad de ruido, tu incapacidad de mantenerte en silencio. La verdad quizás sea que no es que ya no me gustes, y ese cariño es porque me cuesta separarme de lo que sé ya muerto.
En mucho ayudan esas torres sin identidad que acosan esta ciudad. Monumentos a lo sin discurso. Cuadrados de nada, donde los jóvenes profesionales llegan a comer asados en sus quinchos.
No es menester aquí relatar mis recuerdos de bares o lugares nocturnos donde pasé momentos, eso ya lo hecho y basta que rasquen un poco la tierra para que encuentren mis textos. Pero no abandona la verdad decir que santisko día a día se transforma y abandona su pasado como si nada le importara. Preguntome yo: que de malo tiene dejar un espacio donde los desafortunados y apáticos se reúnan a beber sus arrebatos de alcoholismo sin pretensiones?
Santiasko, nunca te había nombrado así. Si no fuese por un arrebato skalitico nunca pensé que fueras un asco, pero hoy si. Debe ser la manera de andar de los vehículos, o quizás la prisa de los desafortunados. Sentado en los bares que desconozco, miro. Ya no encuentro escritores de poca monta, como yo lo he sido. De hecho desconozco los bares por donde mis versos nacieron, hoy esos espacios han desaparecido. Quizás sea eso lo que me asquea, santiasko.
Y si es un odio que no consigue razones, que mas da. Para mi santiasko te has vuelto maldito. Hoy camino desconociendo mis pasos, y los lugares por los que me he teñido, cada vez me cuesta mas encontrarlos. Quizás seas el sueño del profesional recién avenido, pero para mí ahora, no eres más que una bocanada de desencanto.

viernes, 7 de mayo de 2010

poesia oral

mientras esperaba la lluvia, recordé algunas cosas que aparecieron en mi cabeza en forma de versos. también recordé que extrañaba el programa de radio que hacíamos en una radio popular hoy perseguida por la policía. así nacen estos poemas orales que espero compartir con quien quiera oírlos y esperando que algún día las cosas jueguen a nuestro favor y nunca mas en nuestra contra.


hay tantas cosas que nos separan...


llueve sobre santiago.

lunes, 19 de abril de 2010

Bolsa ecológica, vida de mierda.

Hace un rato se conoce el daño que provocan las bolsas plásticas en el medio ambiente y es muy poco lo que se ha hecho para contrarrestar este hecho. Pero sin embargo existen algunas entidades preocupadas de este hecho.

Desde hace un tiempo que personalmente vengo evaluando este hecho en mi cabeza y viendo las implicaciones que puede conllevar la eliminación de estas bolsas para mi puesto de feria.

Una de las iniciativas que se han llevado a cabo al respecto es la distribución comercial de bolsas de tela de parte, en un principio, de los supermercados. Recuerdo que al comienzo la noticia sonó como una iniciativa social que llamaba a la conciencia de lo desastroso de las bolsas plásticas, con el tiempo la gran mayoría de los supermercados comenzaron a comercializar estas bolsas y siguiendo con el negocio me he encontrado con este tipo de ventas hasta en algunas bibliotecas ubicadas dentro de los mall.

La verdad es que la conciencia por el medio ambiente jamás fue desarrollada y la venta de este tipo de bolsas termino siendo un elemento mas dentro de la moda de algunos consumidores. Y poniéndonos tercos y críticos, podemos decir que la iniciativa solo decanto en un producto más dentro de la enorme canasta de productos de los que puede surtir un supermercado.

En mi caso, puedo decir que esta practica existe hace muchos años en la feria y esto es gracias a la comercialización de bolsas elaboradas con sacos reciclados (o bolsa de ferias, como la llaman). Estas cumplen una doble función ya que por una parte se recicla y por otra se desvincula la necesidad de bolsas plásticas. Parece ser que el uso de bolsas hechas con sacos no resulta tan “fashion”, como las lindas bolsas de tela con estampados que invitan al consumo en ciertos lugares.

Siento que para prescindir de las bolsas plásticas se deben pensar formas más completas y económicas que la sola distribución de un elemento mas dentro del consumo. Este problema sin duda que es un problema para la reflexión y el emprendimiento y se deben pensar posibilidades que ya estén a disposición del consumidor, como por ejemplo la distribución de bolsas recicladas en los puestos de la gran mayoría de ferias libres de chile.

Otro tema es la publicidad realizada para el efecto de vender este tipo de bolsas en los supermercados, mientras las ferias no cuentan con ningún medio para generar publicidad a gran escala.

Finalmente decir que el mercado se enriquece y centraliza gracias a la ignorancia de un pueblo dormido, sin conciencia ni búsqueda de su libertad y que mientras algunos se jactan u ostentan de comprar en determinados lugares y lucir aquellas lindas bolsas por los lugares que transita, las ferias libres siguen siendo el mejor lugar donde encontrar las mejores frutas y verduras y los precios mas justos, junto con una de las mejores distribuciones de las ganancias dado su propia conformación comunitaria. Es por eso que las ferias siguen trabajando en silencio y sin la desmesura de los grandes empresarios de este país.

Si andar con una bolsa bajo el brazo dice algo, yo prefiero que diga feria libre.

viernes, 16 de abril de 2010

Padre mío que estas en el cielo.

Padre mío,
Que estas en el suelo,
Mundano sea tu nombre;
Venga a nosotros tu fiesta;
Hágase tu voluntad
Más en la tierra que en el cielo.

Danos hoy nuestro vaso de cada día;
Perdona nuestras ofensas
Al contrario de nosotros que no perdonamos
A quienes nos ofenden;
Déjanos caer en la tentación
Y librémonos todos del mal.

Que así sea.

domingo, 4 de abril de 2010

Psyco-mente envuelta en comprimidos químicos de la farmacopea legal.

¡No quiero pastillas!- le gritaba el paciente al psicólogo, mientras caminaba de esquina a esquina como si la ira se le fuera a escapar en un asesinato. El facultativo lo miraba tras sus lentes tal y como lo hacen todas las caricaturas de su especie. Pierna cruzada lápiz y libreta anotando. ¿Cuénteme más? Le decía el cuatro ojos. El paciente, que a estas alturas del partido parecía una burla de aquel nombre, le hablaba de sus muertos y tragedias. Le comentaba el dolor inimaginable que le rebasa la piel en esos momentos. Puras anécdotas mortuorias para una vida que gozaba de múltiples fatalidades.

Giraba el enfermo mientras retorcía sus manos de manera frenética y desesperada. Comentaba de aquella vez en que se quedo mirando la carretera y de las imágenes de su muerte que se le venían a la cabeza en aquel instante.

No soy capas ni siquiera de acabar con mi vida doctor, Divagaba el enfermo. No se preocupe, para eso estamos para ayudarlo. Le responde.

De tanto transmitir desgracias y su incapacidad para sobrellevarlas, el cansancio toma cuerpo en el enfermo. Se sienta y se toma la cabeza de manera intermitente.
Tómese esto, le dice el psicólogo. Mientras estira el brazo para darle a beber un liquido verde al que llaman”el hada”.

Bebe despacio. Tiembla un poco y luego traga. Se siente bien, al parecer la medicina hace efecto y se tranquiliza. Habla de su niñez, adolescencia y madurez, todo aliñado de violencia, calle y desazón por ni siquiera poder acercarse a aquello que no sabe que es. Pero que llaman futuro.

Beba mas, no se preocupe que esto le sirve.

Bebe y piensa. Relata hechos que brotan desde su memoria, o quizás desde su imaginación. Bebe y agradecido traga.

“el hada” comienza a tomar cuerpo en el enfermo. Parece que hablara dentro de su conciencia.
………………………………………………..

Cuando el abrecartas comienza a perforar su abdomen, piensa en cómo su doctor término tirado en el piso, abrazado de un líquido rojo muy parecido a la sangre.

No sabe porqué, pero la sangre que brota desde las heridas de su abdomen lo tranquiliza. Lo adormecen. De pronto ve sombras. Se duerme.

Para todo el mundo solo fue una escena del crimen. Un loco que mato a su doctor y que termino con su vida. ¿Por qué? Nadie se lo preguntó. Todo esto finalmente es una página en un libro de anotaciones policiales.

jueves, 25 de febrero de 2010

ESTAS ABURRIDO? PUES LEE.







todo este material, ha sido secuestrado desde la 2a edicion de la biblioteca de www.librosdementira.org pagina completamente recomendable. Demas esta dar los agradecimientos por el libro "memorial de santiago" de alfonso calderon que me gané en uno de sus concursos. peazo de libro po oye...

miércoles, 3 de febrero de 2010

lunes, 23 de noviembre de 2009

Violencia contra Mapuche. O la Democracia que me produce asco.

En este momento en Chile existe un pueblo que lucha por su libertad y autonomía territorial. En este preciso momento en Chile existe un pueblo originario que no se siente chileno (no con mayúscula porque no merece la jerarquía que le entrega esa letra) y que por lo demás esta siendo atacado, asesinado y perseguido por la policía del Estado Chileno.
Existen una gama de aristas que pueden ser vistas en la acciones que se desarrollan en el wallmapu (territorio Mapuche) pero la violencia de parte del Estado a mí como ciudadano de esta Republica, me parece un asco. No seré parte jamás de un Estado que se dice democrático, pero que por la espalda reprime, golpea y asesina a un pueblo que históricamente a sido perseguido y robado.
Mi visión del mundo es una visión que incluye bajo el respeto, la paciencia y la tolerancia, pero que bajo prismas de violencia, todo llega a un límite.
Con este texto quiero denunciar al Estado chileno y su mascara violenta e intolerante. Quiero decir a la comunidad mundial que comparte los valores del pluralismo y el dialogo que en Chile nada de eso se respeta y que ante la mas mínima amenaza de su status quo, el estado Chileno legitima la violencia, el asesinato y la persecución.
No quiero reportar casos puntuales porque cada uno puede darse a la tarea de investigar lo que sucede en mi país, y de hecho información hay mucha. Solo quiero desvelar la mascara del país mas capitalista, intolerante y racista que me ha tocado vivir.
Dicen que una imagen vale mas que mil palabras, pero la inconciencia puede llevar a que una imagen no toque ni la mas mínima conciencia de alguien que se siente poderoso e incapaz de lograr el dialogo. Es por eso que los invito a ver este programa transmitido por un canal de televisión de Chile, donde se presentan algunas de las acciones de las que han sido victimas el pueblo mapuche y de cómo en mi país la autoridades están mas preocupadas de cuidar su casa que de la calidad de vida de todos los ciudadanos de este culo del mundo.

click aqui para ver el video

viernes, 17 de julio de 2009

jueves, 2 de julio de 2009

Poesia + hiphopolotikombativo


en el barrio brasil comienza a sonar la poesia, la rebeldia y la conciencia kolektiva. apoya la causa y acompañanos en el "Bar raices"...

martes, 5 de mayo de 2009

My generation.

Si se entiende a una generación como la suma de experiencias compartidas de un grupo de personas que compartió nacimiento en fechas próximas, este es el relato de mi generación.

Una generación que nació en el decantamiento de una dictadura estúpida creada por la intolerancia de las fracciones reaccionarias de mi país. Una generación que nació a principios de los 80, esa década perdida donde nadie sabia lo que podía hacer sin ser asesinado, tomado preso, enjuiciado socialmente o catalogado como algo extraño y por ende malo. Mi generación creció con canciones de protesta, con discursos políticos clandestinos, con el apagón no solo de nuestras ampolletas sino también de nuestras conciencias. Mi generación debe haber sido una de las ultimas que creció jugando al tombo, al alto o al pillarse. Conoció algo de lo que ahora llaman violencia intrafamiliar pero jamás con los atisbos asesinos con los que hoy nos encontramos.

Mi generación nace de la angustia de no sentirse ni ser libres. Esta acorralada en el sueño de lo propio y del desarrollo personal y social. Mi generación creció en barrios y poblaciones que sus antepasados llamaban comprometidas. Somos un grupo de personas que creyó en muchas cosas y que en su ingenuidad pensó que podía cambiar algo.

Mi generación escribió en cuadernos dados por la junaeb y tomo desayuno en los galpones de los colegios con letra y numero. Mi generación hiso explotar los colegios con peos alemanes y sin saber si quiera lo que era, se rebelo contra todo. No hiso política ni se creyó las letras de quilapayun o inti illimani, pero sabia que había que odiar algo. Un algo que no sabíamos que era.

Mi generación comenzó a jugar con drogas desde su adolescencia, no por “monos” como decían los vejetes, sino por curiosidad. Por probar aquello que volvía felices a nuestros padres. Felices a esos seres que no podían vivir de noche porque alguien se los prohibía. Felices a esos seres esforzados que se comieron completo el plato de la modernidad.

Mi generación se desato con el metal, con el hip hop, y con la antigua canción comprometida. Atrás estaban esos “locos rayados” que bailaban de manera estúpida meneando sus pelos escarmenados y sus pantalones amasados. Porque mi generación no quería bailar al son de la música de los jóvenes de los 80. Jamás creímos en esa voz que cantaban los prisioneros. Mi generación era más punk y se creía fiskales ad-hok. Mi generación rompía letreros, quemaba basureros y respetaba a las abuelitas al pasar. Pedíamos dinero en las esquinas y nos cobijábamos bajo arboles de plaza. Comprábamos alcohol en las botillerías disfrazados de civiles y un porcentaje importante de las veces no nos creían.

A mi generación le trataron de meter algo que llamaban grunge y lo único que termino haciendo fue crunch, así tal cual, como se rompe un vidrio o una pared al ser golpeadas. Y eso solo porque nos golpearon silenciosamente, porque nuestros padres embebidos de un sueño indecoroso nos traspasaron las frustraciones de su batalla perdida. Nos traspasaron los muertos de una sociedad intolerante e injusta. Nos pasaron en el ADN eso que llaman rebeldía y que nosotros la entendimos a nuestra manera. Una rebeldía mesclada con angustia. La misma que comenzaba a hacer su aparición en los barrios y poblaciones y que se consumía en codo de cobre.

Mi generación creció con el malestar de un pasado ignominioso que no pudo lograr sus sueños de poder popular. Y así nuestra rebeldía se tiño de esa decepción. Y hoy muchos siguen creyendo pero sin negar jamás que perdimos, que seguimos siendo los mismos que fueron nuestros padres y en algunos casos nuestros abuelos. Hoy, mi generación se emborracha por las noches y hace su trabajo como mejor puede, entendiendo que a fin de mes la mayor parte se la lleva el jefe.

Mi generación esta viva y es muy joven aun para dar respuesta a tantas cosas malas que vemos por todos lados. Pero sin lugar a dudas tiene esperanza. Una esperanza enraizada en algo que desconoce, definitivamente una esperanza que desconoce porque sabe que aunque sigamos creyendo que podemos cambiar las cosas, las cosas siempre seguirán ahí, solo para molestarnos y perder la fe.

Mi generación no fue hippie, ni beat, ni mod, ni mucho menos políticos o actores de la sociedad destacados. Mi generación fuma porro, toma lo que se le cruza, tiene un doble discurso con su fidelidad y conversa inacabadamente las mismas historias de hace tantos años. Mi generación se encuentra en un circulo que no logra romper y todo esto porque la generación anterior perdió su sentido, y lo perdió a balazos.