viernes, 10 de junio de 2011

Santiago (O porque no te llame antes, santiasko)

Y sea quizás que aun me gustas. Aunque suene un tanto homosexual decir que gusto de algo de género masculino. Pero te tengo mala ciudad maldita. Y es que molesta tu necesidad de ruido, tu incapacidad de mantenerte en silencio. La verdad quizás sea que no es que ya no me gustes, y ese cariño es porque me cuesta separarme de lo que sé ya muerto.
En mucho ayudan esas torres sin identidad que acosan esta ciudad. Monumentos a lo sin discurso. Cuadrados de nada, donde los jóvenes profesionales llegan a comer asados en sus quinchos.
No es menester aquí relatar mis recuerdos de bares o lugares nocturnos donde pasé momentos, eso ya lo hecho y basta que rasquen un poco la tierra para que encuentren mis textos. Pero no abandona la verdad decir que santisko día a día se transforma y abandona su pasado como si nada le importara. Preguntome yo: que de malo tiene dejar un espacio donde los desafortunados y apáticos se reúnan a beber sus arrebatos de alcoholismo sin pretensiones?
Santiasko, nunca te había nombrado así. Si no fuese por un arrebato skalitico nunca pensé que fueras un asco, pero hoy si. Debe ser la manera de andar de los vehículos, o quizás la prisa de los desafortunados. Sentado en los bares que desconozco, miro. Ya no encuentro escritores de poca monta, como yo lo he sido. De hecho desconozco los bares por donde mis versos nacieron, hoy esos espacios han desaparecido. Quizás sea eso lo que me asquea, santiasko.
Y si es un odio que no consigue razones, que mas da. Para mi santiasko te has vuelto maldito. Hoy camino desconociendo mis pasos, y los lugares por los que me he teñido, cada vez me cuesta mas encontrarlos. Quizás seas el sueño del profesional recién avenido, pero para mí ahora, no eres más que una bocanada de desencanto.

No hay comentarios: