lunes, 14 de julio de 2008

Pobre muchacha la del jarro de agua.


La indignación que ocupa a un porcentaje de nuestra sociedad se ve reflejada claramente en la agresión de la que ha sido objeto nuestra ministra de educación. Si pensamos que quienes tenemos mas de 25 años en nuestro país, alcanzó a darse cuenta en carne propia lo que era sentirse agredido porque sin saber no podía vivir en libertad, podemos decir que esta joven de apenas 14 años a incurrido en una violencia que no ayuda en nada al dialogo, como así lo argumentan las autoridades. Que duda cabe, sus argumentos son ciertos. El problema se genera cuando las autoridades se cierran a la voz de los que dan la voz y no callan su resentimiento y creen que sus argumentos institucionales, son los argumentos de la sociedad civil.

Si la violencia según la RAE es la acción y efecto de violentar o violentarse, cabe decir que violento es el actuar de la policía en las manifestaciones, violento es un sistema democrático que se basa en un sistema electoral que no tiene cabida dentro de las concepciones de democracia, violento es sentirse estafado cada día que pasa bajo los estándares sociales en los que hoy día vivimos, violento es aburrirse con los medios de comunicación que se dicen heterogéneos y donde solo vemos homogeneidad al servicio de los poderosos de toda índole y aun mas violento es callar, comerse todas las ideas y no encontrar apoyo en nadie ni en nada cuando de temas sociales se trata.

El acto ocurrido hoy, podríamos denominarlo como una acción de arte que lo que busca es hacer sentir en carne propia a las autoridades, el efecto violento que provocan sus decisiones unilaterales y sordas al clamor de un sector que desea participar y que constantemente es silenciado. El acto de hoy puede ser una pataleta de niña, que a falta de una educación llena de ideas y libertad solo le queda el acto físico de rebelarse contra los símbolos que a ella la reprimen. El acto de hoy puede ser la punta de un iceberg, porque detrás de este acto (que a la vez puede ser tomado como un símbolo) lo que podemos ver en la cara de la niña es impotencia y rabia, y esa rabia se enseña y a la vez se ensaña. Se enseña por una parte a través de los actos que ordena la autoridad por medio de sus organismos de orden y justicia y se ensaña por otra con las personas que mas tienen que perder en este país. Según la ministra, se rompe el dialogo, pero cabe preguntarse si es que alguna ves ha existido este.

Los niños dicen ser reprimidos y los medios de comunicación hacen referencia a la palabra represión con connotación como si ellos no compartieran la denominación. Cabe decir que una de las definiciones de represión sea: Acto, o conjunto de actos, ordinariamente desde el poder, para contener, detener o castigar con violencia actuaciones políticas o sociales. Y esto al parecer es exactamente lo que hace la institucionalidad gubernamental y económica en contra de quienes tratan de manifestar sus opiniones mas allá de los conductos regulares o pre establecidos. Lo que la niña le ha hecho a la ministra fue un exabrupto de niño, sin más. Lo que la ministra de educación, el ministro del interior, la presidenta de la república y todos quienes comparten vociferantes o en silencio las ordenes del gobierno a la policía es lo que se denomina precisamente como represión.

Una niña despotrica contra la persona que representa el poder que ella pretende transformar y liberar y por otra parte la autoridad golpea, persigue y trata de silenciar a quienes alzan la voz de la manera que ellos encuentran, entre tanta voz unilateral y que roza con la ceguera. Juzgue Ud. Desde donde prefiere ver la televisión…

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