jueves, 25 de septiembre de 2008

ROMA (de Adolfo Aristarain)


Quien lea estas letras, y eso es si es que alguien las lee, creerá que esto podría ser una critica de cine, pero no. Critico muchas cosas pero esto no podría hacerlo.
Alguna vez conocí una mujer que me enseño a ver este cine, una mujer muy especial e importante para mí. Con ella conocí y aprendí muchas cosas y como muchas cosas importantes en mi vida, la perdí. No se como ni porque, pero la perdí.

Al igual que el personaje de esta historia para mí, mi madre es muy importante, quizás demasiado. Al igual que el personaje de esta historia, solo me queda la pena, todo lo demás pasa y lo único que me persigue y que me ha sido fiel es la pena. Eso si, no me pesa ni me lamento. Como las almas en pena, mis penas solo penan. Viajan y vagabundean mi ser, no sé porque ni sé hasta cuando, pero están ahí.

Una ves ella me invito al cine y yo la acompañe al igual que lo hice a tantas partes. El tiempo pasó y mis lágrimas fueron las mismas de hoy. Amo tantas cosas que no están conmigo y mí vida al igual que el personaje de esta historia ha sido una mierda. He sido todo lo contrario a lo que todos han querido. He sido la figura en la que todos han puesto sus esperanzas, y al parecer los he decepcionado a todos. Menos a unos pocos, a mí familia. Ellos me respetan por lo que soy, no se si hay fe o hay cariño eso no me importa, pero son los únicos que jamás me han dado la espalda, todos los otros se han ido.

Pienso que todo es como es. Al parecer, hasta el día de hoy, nada vale la pena como para luchar y dar una vida tan a mal traer como la mía. Parece ser que el rio donde se dejan todas las penas, hoy corre al revés. Mi vida juega con la legalidad. Juega con la moralidad. Juega con las leyes sociales y con el sentido común. Lo único rescatable es mi libertad y esa no se la doy a nadie, ni siquiera para quien valga la pena. Y en esto, lo reconozco, soy egoísta, pero no me importa.

Pueden ser muchas las penas. Pueden ser muchas las lágrimas derramadas. Pueden ser muchos los velorios. Pero con una alegría me vasta y creo tenerla. Con ella me quedo aunque después de esto mi vida muera. Que importa la muerte si no se vive por un segundo aquello que muchos llaman vida. No me importa.

Como dice el autor de estas películas, el escritor escribe, y esa declaración la hice ya hace muchos años. Como el rock and roll, a quien le gusta bien y al que no, que se joda.

Como la cueca, ya vendrán otras patas.

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