Lo bueno de no saber olvidar, es
que te puedo querer para siempre, incluido las heridas que me regalaste. Antes
de empezar a odiarme, quiéreme cuanto te sea posible, porque mis sueños tienen
alas y yo voy tras ellos. Suspira, bota todo el aire que llevas en los pulmones
, para que cuando te bese mis sueños se vayan contigo y con ellos mi persona.
Te regalo mis sueños que a mi me sobran, mira que despierto y aun sigo
durmiendo. Déjame vivir mi locura tranquilo, el loco de la esquina conversa
conmigo mientras deshoja una marraqueta en infinitas migas que comen las
palomas mientras agujerean la punta de mis zapatillas roñosas. Me doy media
vuelta y lloro, hecho mis lágrimas en un vaso de cerveza negra, revuelvo con el
dedo mientras aparece el rostro del amor en su superficie. Lo bebo y me
abandono a mi locura sin pastillas. Me da pena saber que puedo llegar a ser
feliz. Saber sin restricción de dolor que por dentro estas desahuciado. Beso el
pasado sin triunfos y tan lleno de derrotas, mientras te quiero tanto como
nunca he podido volver a hacerlo, mientras te veo pasar amarrada de otros. A
veces me pierdo entre las páginas del diario, a veces entre los diarios, a
veces entre los canales de televisión. Pero lo mejor viene cuando le prendo
fuego a los diarios, cuando apago la televisión, cuando reina el silencio,
cuando los perros juegan y los pájaros cantan y el gato me mira preguntando
¿Qué te pasa? –nada, le contesto y acaricio su cabeza ronroneante mientras
enciendo un cigarrillo desde el fuego de los diarios y me siento en el patio
del hogar de mis padres y repaso las desgracias que me han hecho disfrutar la
vida y te recuerdo y te huelo y te siento y el viento me trae tus besos,
acaricia mi cuerpo desnudo y te recuerdo y te pienso y te siento. Para ser
sincero, y en honor a la verdad, todo es mentira. Y más aun todo es un
poquitito, un breve alivio de polvo blanco envuelto en locura, en frenesí de
saber que la verdad todo es mentira y todo es solo un poquitito. A veces los días
feriados que para mi son hábiles, no me levanto, me abandono a lo que llaman
irresponsabilidad, y lo disfruto tanto, me siento a mirar pasar la vida a
olvidar todo lo repasado por días a creerme dios de un pequeño reino que no va
mas allá de mi piel y me siento tan contento de no ayudar a que el mundo siga
girando. Me detengo por días, no contesto el teléfono, no miro ningún tipo de
pantalla ni hoja impresa. Cuando me buscan me escondo tras las cortinas y no me
importa si es una tragedia o una alegría, no me importa nada. Quizás, si
aparece con un cigarrillo de verde humo pueda que le abra la puerta, que lo
salude o quizás intercambie un par de palabras y de fumadas, luego se van. Y si
amarte nace de mi, este es quien realmente soy, un irresponsable gandul que
disfruta destruyendo la maquina vital del respiro. Un flojo, sucio y desprolijo
que no quiso ser nunca como le dijeron que fuera. Un mártir de la sangre ajena
y un pretexto para que el papi y la mami le digan a su hijo “no seas como él.”
Amo tanto esta verdad incomoda, que de este amor nace cualquier otro amor. Este
soy y cada día me pongo peor, y guardo el silencio como si fuera el boleto
ganador de la lotería. Miro, huelo, oigo, siento, pienso, y tengo plena
conciencia que nada de esto llena mi plato de comida a la hora de almuerzo y no
me importa. Mañana amanecerá de nuevo y la feria con su griterío me dará la
bienvenida, llenará mi espíritu de sueños y mi abdomen de comida.
Miguel Herrera
1 comentario:
buena pluma patraña, perdón, señor pretexto de los que quieren vivir traicionándose a sí mismos...
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