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Mostrando entradas de marzo 8, 2009

La borrachera de un borracho experto.

No sé si llegó así o tomo ese color en el poco tiempo que estuvo en este lugar. Pero que es un profesional eso queda de manifiesto. Yo lo vi llegar cuando esgrimía mi tenedor en el plato de melancolía que me sirvieron en el restorán. Su estampa era de caballero ya maduro y su petición la de cualquiera, un plato de comida acompañado de una damisela cerveza. Sólo bastó aquella mujer para cambiar su tez, que de lacre mármol blanco pasó, muy rápido, a ser como las cerezas, rojas como mi rabia. Solo un momento pasó para que llegara su compañía. Un pelado y gordo amigo al que saludó casi como si fuese su esposa. Yo, como vulgar borracho idiota, pensé que su conversación sería exhaustiva, pero no. Largo tiempo de teléfono celular usaron. Nunca pude saber porqué, por cada media hora de conversación, incorporaban un porcentaje de tiempo de conversación por teléfono que sonaba más fuerte que sus propios murmullos. Su cara varió de forma considerable… su color me pareció un semáforo en constante ...

Almuerzo en el bar “Las Naciones”

Llego como he llegado tantas veces a este lugar. Mármol hecho escaleras y giros como concha de caracol. La “oficinada”, esa nueva tipología de personas que repletan el Santiago central llena el lugar y el murmullo de sus voces se parece hermosamente al sonido de la lluvia que revota en las tejas de la casa de mi abuela ya muerta. Encontrar una mesa, es como encontrara un amor, difícil pero no imposible. Posible pero siempre complicado. Frente a mí una ventana se abre de para en par, mientras cobija la conversación de dos cervezas que se vacían sin compasión. Mi mesera peruana, tan linda como todas las meseras que me han servido, me susurra su acento como una canción de cuna. Sonríe con sus labios de rosa ardiente y me atiende ligera con la prisa del llamado incesante. El tenedor es un sable que lucha contra un enemigo avícola y mi mano no soporta la herramienta, toma la mano de aquella ave ya asesinada y termina por roer sus huesos como un manjar bañado de vino tecnificado. Como, me a...