Con una Gabriela en el bolsillo.
Oremos: Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto. Arranca de mí este impuro deseo de justicia que aún me turba, la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hieren. No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de las que enseñé. ¡Amigo, acompáñame!, ¡sostenme! Muchas veces no tendré sino a Ti a mi lado. Cuando mi doctrina sea más casta y más quemante mi verdad, me quedaré sin los mundanos; pero tú me oprimirás entonces contra tu corazón, el que supo harto de soledad y desamparo. Yo no buscaré sino en tu mirada la dulzura de las aprobaciones. Dame sencillez y dame profundidad; líbrame de ser complicada o banal en mi lección cotidiana. ... Leer a Mistral es como sentir que su espiritualidad te abraza para reconfortar la vida y sus desprecios. Para abrazar el ejercicio cotidiano del profesorado ¿Qué me diría usted Maestra cada vez que mis ánimos decaen? Busqué su palabra entre cerros de hojas amontonadas recordando que algún día las había ab...