Psyco-mente envuelta en comprimidos químicos de la farmacopea legal.
¡No quiero pastillas!- le gritaba el paciente al psicólogo, mientras caminaba de esquina a esquina como si la ira se le fuera a escapar en un asesinato. El facultativo lo miraba tras sus lentes tal y como lo hacen todas las caricaturas de su especie. Pierna cruzada lápiz y libreta anotando. ¿Cuénteme más? Le decía el cuatro ojos. El paciente, que a estas alturas del partido parecía una burla de aquel nombre, le hablaba de sus muertos y tragedias. Le comentaba el dolor inimaginable que le rebasa la piel en esos momentos. Puras anécdotas mortuorias para una vida que gozaba de múltiples fatalidades. Giraba el enfermo mientras retorcía sus manos de manera frenética y desesperada. Comentaba de aquella vez en que se quedo mirando la carretera y de las imágenes de su muerte que se le venían a la cabeza en aquel instante. No soy capas ni siquiera de acabar con mi vida doctor, Divagaba el enfermo. No se preocupe, para eso estamos para ayudarlo. Le responde. De tanto transmitir desgracias y su i...