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Siempre he callejeado. Primero comenzó por la pobreza y necesidad de ahorrar en locomoción, luego comprendí el caminar cómo el tiempo en el que compartía con los adultos que me rodeaban y mostraban el mundo a través de los pasos. Cuando era pequeño las micros no llegaban a todos lados y el metro solo tenía dos breves líneas, a ello le sumamos las protestas y el toque de queda propio de la dictadura y caminar era la solución a la necesidad de movimiento. Con este movimiento, mirar se vuelve el elemento distractor del esfuerzo físico y mirar lo que te rodea era un elemento esencial. Mirar lo que te rodea es parte fundamental de aquello que denominamos “astucia”. Astucia para el autocuidado, astucia para encontrar oportunidades de lo que sea, astucia para sobrevivir. Mirar para mí era motivo de distracción profunda al punto de chocar con postes y árboles o caer en hoyos evidentemente presentes en el camino. Siempre resultó para mí motivo de múltiples estímulos los quioscos ubicados a un costado de las veredas o en los paseos peatonales llenos de publicaciones de todo tipo, de cigarrillos sueltos y mentas para el aliento. Desde muy pequeño recuerdo quedarme mirando hipnotizado leyendo encabezados y portadas y los cerros de periódicos que disminuyen al pasar de la mañana. En la población de mi niñez los kioscos tenían grandes mesones donde descansaban álbumes para coleccionar las láminas ocultas en sobres inalcanzables.
y así como cuando los pasos se pierden porque no tienen un destino claro, la idea que parecía ser el motor de este texto terminó por diluirse dentro de estas mismas letras e ideas. Más vale perderse caminando que no saber dónde estás sin haber dado un paso, me dijo una vez un vagabundo de esos que caminaban ausentes por las calles de San Miguel durante mi infancia. Entonces, como esos chistes llenos de absurdo, el hilo conductor de todo esto giró a rincones dignos de psicoanálisis. Un tiempo comencé a darme cuenta que mis pasos repiten patrones, cada vez que descubro algún patrón de este tipo tiendo a resolverlo quebrando la situación. Y es que al descubrir un patrón, racionalizarlo en tu actuar, leer (de la manera más arbitraria posible siempre) las consecuencias de aquello y continuar haciéndolo, racionalizar el error y las responsabilidades, quemarse en el fuego de la culpa y la frustración, bañarse con el agua helada de la comprensión (como el baño de los mapuches recibiendo el nuevo ciclo), reconstruir algo o quizás no. ¿de qué estaba hablando? de la situación mundial, todo nos lleva a la política internacional porque cómo no pasar de la cama de las autoridades a las decisiones que se toman entre cómplices de conductas por decir lo menos reprochables o rayando lo ilegal, inmoral o el límite que usted guste trazar. Y la farándula, claro. y la minería de datos y la violencia que dicen que hay, yo no sé. La calle ha dejado de ser atractiva porque cada vez está más sola aunque las efemérides hacen que vuelva a un tiempo estival donde el tiempo parece distinto al de los horarios laborales o escolares ¿Y La tele? ¿Quién ve tele en estos tiempos? Todo el mundo, solo que ya no necesitas llegar a algún lugar específico. Ahora la llevas en el bolsillo en pequeñas cápsulas de segundos y por donde los filtros de la discreción y la responsabilidad no son comunes. Es que la farándula es tan entretenida, sobre todo cuando se mezcla con crónica roja, o fútbol, o política. Si incluso sirve para evitar las teleseries o para alimentar el morbo del mundo laboral que se acerca a las pantallas durante su transporte o luego de solucionar el día. A mi me hizo olvidar lo que quería escribir o quizás el tema era tan débil que no soportó el paso del tiempo o quizás aún no es su tiempo. ¿Y la política de estrado y micrófono? Si parecen personajes maleables para caerle bien al status quo, nadie critica ni plantea mundos nuevos, todos quieren administrar los sueldos de sus partidarios, los que están fuera de la institucionalidad política están dentro de la institucionalidad académica o dentro de institucionalidades inventadas por sí mismos ¿Quién le lleva el feminismo a la joven abandonada que vende ensaladas afuera de la carnicería de mi barrio?¿Dónde están los obreros hablando de su propio trabajo?
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